Por Pedro Segador
Desde la atónita grada
vi, compasada caricia,
el minué de Patricia,
muñequita afrancesada.
¡Cada paso qué gozada!
¡Cada giro qué delicia!
¡Cuánta virginal novicia!
¡Cuánta venus reprobada!
Subibajando primores,
entre juncales cantores,
fue pimpante colibrí.
Luego, sierva del clamor,
hizo estatua su esplendor
en gracioso maniquí.