Poesía popular al alcance de todos III: ‘El vino que tiene Asunción’

Por Jesús Alonso

El vino que tiene Asunción,
no es blanco, ni es tinto, ni tiene color.
El vino que tiene Asunción,
no es blanco, ni es tinto, ni tiene color.

¡Asunción!, ¡Asunción!
echa media de vino al porrón.
¡Asunción!, ¡Asunción!
echa medio de vino al porrón.

Pobrecicos los borrachos
que están en el camposanto
Pobrecicos los borrachos
que están en el camposanto
que Dios los tenga en la gloria
por haber bebido tanto

Apaga luz Mariluz, apaga luz
que yo no puedo vivir con tanta luz
Los borrachos en el cementerio
juegan al mus.

Cuando yo me muera
tengo ya dispuesto
en el testamento que me han de enterrar,
en una bodega,
al pie de una cuba,
con un grano de uva en el paladar.
En el paladar.

A mí me gusta el pin, piribín, pin, pin,
de la bota empinar, parabán, pan, pan,
A mí me gusta el pin, piribín, pin, pin,
de la bota empinar, parabán, pan, pan,
con el pin, piribín, pin, pin,
con el pan, parabán, pan, pan,
al que no le gusta el vino, es un animal,
o no tiene un real.

Nota erudita y previa: El Bachiller Alonso ha encontrado enormes dificultades para fijar el texto que hoy propone: en efecto, el número de variantes y deturpaciones halladas en las diversas versiones consultadas es numerosísimo, aunque, en aras de la claridad y la concisión, ahorramos a los lectores el aparato crítico que ocupa no menos de 22 páginas en interlineado sencillo.

Este bello poema popular nos plantea una cuestión previa que no conviene soslayar. En efecto, hay un problema de localización espacial: ¿de qué zona de España procede este poema?

El diminutivo en -ico es típico de Aragón, Navarra y algunas comarcas del norte de Castellón por lo que nuestra primera hipótesis es – como no podía ser de otra manera – suponer que procede de alguna de las zonas citadas supra, pero, ¿de cuál de ellas? El problema es aparentemente insoluble hasta que observamos los versos 15 y ss. donde la ausencia del artículo (“Apaga [la] luz Mariluz, apaga [la] luz”) nos indica de manera clara que procede de una zona vascongada, ya que los artículos no existen en vasco y este rasgo se aprecia frecuentemente en el español de las zonas de contacto. Es decir, la canción procede de Navarra; del norte de Navarra, para ser concretos.

Esta hipótesis lingüística se ve reforzada por el hecho demostrable de que Navarra es cuna de vinos, y aún diría más, de vinos rosados.

Pero no dilatemos el análisis por más tiempo.

El poema se presenta en versos irregulares con pies infrecuentes en español: 9, 12 y 7 son, en efecto, metros poco usados en la poesía popular. Los versos finales oscilan entre pentadecasílabos y octonarios, así como hexasílabos.

Los ocho primeros versos son monorrimos y, después, se alternan varias estructuras entre las que destaca la elegante rima interna de los versos:

Apaga luz Mariluz, apaga luz
que yo no puedo vivir con tanta luz
Los borrachos en el cementerio
juegan al mus.

Aunque, a fuer de ser sinceros, el rimar una palabra consigo misma no es precisamente un alarde técnico: esa cierta impericia, además del insoslayable ripio que es la aparición de “mus” (otro rasgo vascongado) nos impulsaría a considerarla un rap, si no fuera por el hecho constatable de que los raperos no beben vino.

El poema se divide temáticamente en cuatro partes que denominaremos:

I)          Cantar de Asunción (Vv. 1 a 8 )
II)        Cantar de Thánatos (Vv. 9 a 14)
III)      Cantar de Mariluz (Vv. 15 a 18)
IV)       Segundo cantar de Thánatos (Vv. 19 hasta el final)

En El Cantar de Asunción el poeta afirma taxativamente que el vino que tiene (o vende según versiones) Asunción carece de color, aunque, pese a ello, el yo poético insiste en que le eche “media” al porrón. Veamos: si el vino no es blanco ni tinto ni tiene color es que es incoloro y, si es incoloro no es vino, es agua. ¿Por qué el yo poético se empeña en beber agua? ¿Por qué no se va a otra taberna donde tengan vino? ¿Es acaso por Asunción? La tal Asunción, en este caso, sería el principal atractivo de la taberna que regenta. Más tarde veremos que es probable que el vino (agua, en realidad) sea una mera excusa para visitar la taberna.

En El Cantar de Thánatos aparece con firmeza el tema de la muerte, tan caro a tantos poetas desde la antigüedad. En este caso, con buenas intenciones pero con mala teología, el yo poético pide a Dios que acoja entre los bienaventurados a los borrachos. El poema es, sin duda, anterior a las legislaturas socialistas de principios de siglo XXI, ya que, de otra manera, habría caído bajo la prohibición de hacer apología de las drogas. La inconsciencia del poeta en este caso es digna de admirar.

Con El cantar de Mariluz aparece un nuevo personaje: Mariluz. ¿Quién es esta Mariluz? Veamos qué dice el poema: el yo poético le pide a la susodicha que apague la luz ya que no puede dormir con ella. Mariluz es, a todas luces, su mujer. ¿Tiene, pues, sueño el yo poético o finge, acaso, estar borracho para ocultar que ha tenido relaciones ilícitas con Asunción? En efecto, se sabe que “Baco es enemigo de Venus” y ello podría suponer que estar borracho es una excusa plausible para negar el débito conyugal, pero, como hemos dicho más arriba, lo que bebía en la taberna de Asunción no era vino, sino agua. Así pues el sueño o el cansancio no estarían producidos por los vapores etílicos sino por otra cosa…

 El Segundo Cantar de Thánatos nos lleva a la creencia – que aparece ya en el Alto Imperio egipcio – de que en el Más Allá se pueden disfrutar los placeres terrenales: el yo poético quiere ser enterrado con un grano de uva en el paladar. El poeta juega con la metonimia ya que el grano de uva se relaciona por contigüidad con el vino.

No obstante cabe señalar que el zumo de uva, dejado a su albedrío, no se convierte en vino, sino en vinagre. Para que el mosto se convierta en vino es necesaria la intervención de la mano del hombre. De ahí, quizás la dicotomía vino-hombre/no vino-animal y, subsidiariamente, animal= sin un real.

El poema o canción tiene otros aspectos cuyo estudio excede en mucho el propósito de estas líneas, así pues lo dejamos aquí con la esperanza de haber arrojado algo de luz sobre esta perla de la Literatura Popular que, como ya sabemos, esconde siempre más de lo que dice.

Ave.

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